El Congreso de EEUU teme una excesiva implicación en el conflicto sirio

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Los esfuerzos del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, por convencer al Congreso para que apoye su plan de atacar Siria se encontraron el lunes con el escepticismo de congresistas de su propio Partido Demócrata, quienes expresaron sus temores a que el país se vea arrastrado a un nuevo conflicto en Oriente Próximo.

De todas formas, Obama pareció lograr ciertos avances, dado que dos influyentes senadores republicanos, John McCain y Lindsey Graham, salieron de una reunión en la Casa Blanca convencidos de que el presidente está dispuesto a hacer más que simplemente lanzar misiles de crucero, buscando alentar a la oposición siria.

McCain, que durante mucho tiempo ha estado a favor de una postura más firme respecto a Siria, dijo que si el Gobierno no obtiene la autorización del Congreso para atacar a las fuerzas del presidente sirio, Bashar al Asad, el escenario sería “catastrófico”.

“Si el Congreso rechaza una resolución como esta después de que el presidente de Estados Unidos ya se comprometió a llevar a cabo acciones, las consecuencias serían catastróficas”, dijo a los periodistas después de la reunión en la Casa Blanca.

La abrupta decisión de Obama de detener los planes de una ofensiva militar contra las fuerzas de Asad y de esperar a la aprobación del Congreso ha generado un creciente debate, justo en momentos en que se prepara para viajar a Suecia y a Rusia esta semana.

Apoyados en pruebas que según ellos demuestran que el Gobierno sirio mató a más de 1.400 personas con el agente nervioso gas sarín, los principales asesores de seguridad de Obama presentaron sus argumentos ante los demócratas de la Cámara de Representantes en una teleconferencia, pidiéndoles que respaldaran la propuesta del presidente.

El argumento de la Casa Blanca se basó en que Siria debe ser castigada por el ataque con armas químicas del 21 de agosto y que está en juego el cumplimiento de una prohibición internacional sobre el uso de este tipo de armamento.

Además, los asesores hicieron hincapié en la necesidad de salvaguardar los intereses de seguridad nacional de Estados Unidos y de aliados como Israel, Jordania y Turquía.

RETICENCIA DE DEMÓCRATAS Y CONSERVADORES

Siria ha culpado a las fuerzas rebeldes por el ataque.

Tal como ocurre con la mayoría de asuntos que afectan al Congreso, existe un profundo desacuerdo sobre la forma de proceder, puesto que algunos legisladores están preocupados porque Estados Unidos pueda verse implicado en otro conflicto en Oriente Próximo pese al compromiso de Obama de lanzar un ataque limitado.

Las dudas en el Congreso reflejan la cautela entre los estadounidenses, que rechazan la idea de implicarse en Siria.

El influyente congresista demócrata Chris Van Hollen, dijo que la retórica de la Casa Blanca en su solicitud de autorización al Congreso contaba con un “final demasiado indefinido” que podría generar una intervención prolongada en Siria, donde más de 100.000 personas han muerto en más de dos años de guerra civil.

“No existen límites para desplegar soldados estadounidenses en terreno. No existe final (en la resolución)”, dijo. “El borrador presentado por el Gobierno es demasiado general, provee una suerte de cheque en blanco al Ejecutivo”.

Obama debe conseguir la aprobación de los legisladores con tendencia relativamente izquierdista, especialmente en la Cámara Baja, donde demócratas liberales y muchos republicanos del “Tea Party” conservador se oponen a una acción militar.

Se espera que el Senado con mayoría demócrata apruebe la ofensiva militar de Estados Unidos, pero una eventual negativa por parte de McCain y Graham sería un importante revés al amplio espectro de influencia de Obama en el Congreso en torno a Siria.
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