Como en los viejos tiempos de los años sesentas, de nuevo fue recordada en Huetamo y San Lucas la figura de Lázaro Cárdenas del Río, ex Vocal Ejecutivo de la Comisión del Río Balsas, ahora en la figura de su hijo Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, ex gobernador de Michoacán y líder moral del PRD, al momento que junto con la presidenta municipal de Huetamo, Dalia Santana Pineda y el diputado local, Elías Ibarra Torres, entre otras personalidades recorrían las afectaciones sufridas por la población de Tziritzicuaro, Mpio; de Huetamo y enseguida incursionaba a San Lucas para realizar la mista tarea solidaria y amiga.
A temprana hora del viernes el Ingeniero Cárdenas arribó a Huetamo con una comitiva de amigos y colaboradores y también con dos tráileres cargados de despensas y diversos apoyos materiales para ser entregados en este municipio y en San Lucas, y apoyos que se habían logrado con apoyos de gente como Germán Oteyza y el Grupo Oro, de Julio Villareal y el Grupo Villacero, familiares y amigos del Distrito Federal y otros puntos del país, tal como lo señaló en entrevista con la prensa de Huetamo cerca de las afectaciones del Balsas en Tziritzicuaro.
La entrega de apoyos junto al Balsas de Huetamo fue de manera simbólica en Tziritzicuaro, mientras que el tráiler con láminas, picos, carretillas, despensas y colchonetas fueron entregados a la presidenta Dalia Santana Pineda, para que ella se encargara de la distribución a los afectados en su municipio, y misma operación que se realizaría con el presidente municipal de San Lucas, Miguel Rentería Galarza, hasta donde arribó pasado el mediodía el Ingeniero Cárdenas y constar de primera mano lo ocurrido en este lado del Balsas, luego de visitar el jueves la franja damnificada de Guerrero desde San Miguel Totolapan, Ajuchitlán, Tlapehuala, Coyuca y Pungarabato.
Respecto a la actual situación de emergencia que mantiene en alerta a los pobladores del Balsas, después de los desfogues de media semana las corrientes que alimentan a la cuenca media del Balsas, desde El Balsas, El Cuirio, El Cutzamala, El río del Oro y el Bajo Tacámbaro se mantenían crecidos pero con corrientes que no representaban peligros mayores, en tanto que ya se permitía en pequeña escala el paso de automotores sobre el puente de la aislada ciudad de Coyuca de Catalán, mientras que el puente de Zirándaro funcionaba sin contratiempos.