(AP) — Donald Trump es un neoyorquino impetuoso que sabe que el camino hacia la nominación presidencial republicana pasa por una serie de estados sureños donde los habitantes se enorgullecen de su gentileza y hospitalidad.
Trump lidera varias encuestas estatales en la región, así como a nivel nacional. En las últimas semanas ha contratado asistentes en Alabama, Georgia, Florida, Tennessee, Texas y Virginia, junto con personal en South Carolina, sede de las primarias iniciales en la región.
Trump y sus principales consejeros citan la expansión como un intento de combatir las nociones — impulsadas en parte por sus propias declaraciones— de que está reconsiderando su postulación, luego de que algunas encuestan dejaran entrever que su impulso se ha estancado.
“Me encanta esto… amo al país. Nunca, nunca nos vamos a salir de esto”, dijo a miles de seguidores el sábado en Norcross, suburbio de Atlanta. “Vamos a llegar hasta… la convención, y después de eso vamos a vencer a Hillary (Clinton), o a quien sea, de manera contundente”.
Trump dijo a sus seguidores que tiene preparados varios anuncios de televisión “en caso de ser necesarios”. Indicó que inicialmente planeaba gastar 20 millones de dólares en publicidad para este momento de la campaña, pero señaló que no ha tenido necesidad. Hizo notar la atención mediática gratuita y las muchedumbres como la del sábado o el evento público en Alabama realizado en agosto, en donde atrajo a más de 30.000 personas.
De hecho, los expertos políticos a lo largo del sur aseguran que Trump no debería ser tomado a la ligera y que la región podría darle un gran impulso el año entrante, incluso si él no parece ser el candidato natural.
“Tal vez no se oiga como nosotros”, dijo David Mowery, un consultor con sede en Alabama que ha trabajado tanto con republicanos como con demócratas en varios estados, “pero está diciendo las cosas que la gente en la base republicana —e incluso votantes frustrados o insatisfechos ajenos a esa base— quieren escuchar”.
Los ataques de Trump resuenan más en los estados del sur, en donde los votantes blancos han sido, desde hace tiempo, los más conservadores y desconfiados del gobierno central.
“Llega y juega de frente y eso emociona a las personas”, dijo Henry Barbour, nativo de Mississippi y un influyente miembro del Comité Nacional Republicano.
Los asistentes al evento de Norcross aplaudieron el sábado cuando Trump se refirió a la mayoría de los políticos como “estúpidos”, se rieron de las burlas que hizo de sus oponentes y rugieron cuando criticó a la prensa. Algunos jóvenes intentaron protestar ante sus declaraciones sobre la inmigración, pero los seguidores ahogaron esos gritos, y un hombre gritó repetidamente “¡Váyanse a casa!”. Volvieron a ovacionarlo cuando Trump prometió cerrar la frontera y poner fin al derecho de ciudadanía por nacimiento.