WASHINGTON (Reuters) – La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, se quedó sin palabras, emocionada, al defender el miércoles su gestión del ataque del 11 de septiembre de 2012 contra la legación estadounidense en Bengasi, un atentado que amenaza con mancillar su legado al frente del Departamento de Estado y socavar cualquier aspiración presidencial que aún pudiera tener.
En una intervención en ocasiones emotiva y en otras llena de energía, Clinton dijo en una sesión en el Senado que asume la responsabilidad por el ataque en el que murió el embajador estadounidense y otros tres compatriotas, pero también se defendió.
Interrumpió a un senador para contradecirle y enfatizó que no vio que hubiera peticiones para incrementar la seguridad de la legación en la ciudad libia.
Incluyó el incidente – el primero en que ha muerto un embajador estadounidense desde 1988 – en una larga historia de violencia de ese tipo, y también como resultado de la inestabilidad regional desde el inicio de revueltas populares de la “primavera árabe” en 2011.
El senador republicano Bob Corker repitió sus críticas al Gobierno de Barack Obama y dijo que tanto el ataque como la respuesta estadounidense mostraron una “desgraciada falta de preparación” para los acontecimientos que están teniendo lugar en la región.
Al hablar ante el Senado en una comparecencia retrasada más de un mes debido a sus problemas de salud, su voz se quebró cuando contó cómo consoló a los familiares.
“Para mí, esto no es solo una cuestión política, es personal”, declaró ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado en la que probablemente será su última comparecencia antes de dejar el cargo.
“Abracé a las madres y padres, las hermanas y hermanos, los hijos e hijas y las mujeres que se han quedado solas para criar a sus hijos”, agregó, con la voz quebrada, al contar la llegada de los ataúdes en una ceremonia celebrada en una base militar.
“FALTA DE LIDERAZGO”
El ataque podría pesar sobre Clinton – quien se espera que abandone su cargo en los próximos días una vez que su sucesor designado, el senador John Kerry, sea confirmado por el Senado – si decide aspirar nuevamente a la presidencia en 2016, una posibilidad a la que ella ha quitado importancia.
Radicales armados atacaron e invadieron la sede diplomática de Estados Unidos en Bengasi el 11 de septiembre de 2012.
La investigación oficial concluyó que el Departamento de Estado estaba completamente falto de preparación para lidiar con el ataque y citó deficiencias “de liderazgo y administración”, una mala coordinación y líneas de autoridad poco claras en Washington.
“Asumo la responsabilidad”, declaró Clinton, replicando comentarios que formuló por primera vez en una entrevista por televisión el 15 de octubre y remarcando que aceptó todas las recomendaciones de un comité independiente que finalmente responsabilizó a funcionarios de menor nivel.
“Nadie está más comprometido a hacer bien esto. Estoy determinada a dejar al Departamento de Estado y a nuestro país más seguros y fuertes”, agregó.
Cuatro funcionarios del Departamento de Estado fueron puestos en licencia administrativa tras el informe del comité.
Otro informe elaborado por un comité del Senado dijo que el Departamento de Estado cometió un “error lamentable” al mantener abierta la misión en Bengasi pese a una seguridad inadecuada y a evaluaciones de amenaza cada vez más alarmantes en las semanas previas al ataque.
La controversia por el ataque en Bengasi también le costó a la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Susan Rice, su oportunidad de suceder a Clinton como secretaria de Estado.
Los republicanos en el Congreso criticaron duramente a Rice por sus comentarios días después del ataque, en que afirmó que el hecho parecía haber tenido lugar como una manifestación espontánea en vez de un asalto planificado.
Rice posteriormente retiró su nombre entre los aspirantes al más alto cargo diplomático de Estados Unidos.
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