NUEVA YORK (Reuters) – En uno de sus últimos mensajes al Congreso como presidente de Estados Unidos, Bill Clinton denunció las “inaceptables” disparidades del sistema de salud de un país “que valora la igualdad de oportunidades para todos”, y abogó por un objetivo nacional para eliminarlas en el 2010. Esto no fue así, pero lo que Clinton no pudo cumplir en sus últimos días de mandato, en el 2001, espera lograrlo a través de su organización, la William J. Clinton Foundation.
El ex presidente estadounidense anunció el martes uno de los esfuerzos más ambiciosos de su fundación: la Clinton Health Matters Initiative, que tratará de cerrar la brecha sanitaria que existe por ingresos, raza y educación en Estados Unidos, y que también apunta a la prevención de enfermedades. Las desigualdades en atención de salud y las enfermedades prevenibles “están robando a la gente muchos años buenos. No podemos permitir que eso continúe”, dijo Clinton en una entrevista. Ambos temas han demostrado ser uno de los más difíciles de combatir en la asistencia de salud en la mayor economía del mundo, y es una incógnita si Clinton podrá tener éxito dondeotros han fallado. Sin embargo, su fundación está acumulando éxitos en materia de lucha contra el VIH/SIDA en Africa – donde se ha persuadido a las farmacéuticas a reducir el precio de los medicamentos ante la enfermedad – y en combatir la obesidad infantil en Estados Unidos, al lograr con la ayuda del sector privado que las bebidas azucaradas no se vendan en las escuelas. Reducir las desigualdades en salud no es sólo un asunto de justicia, dice Clinton, sino también de economía. “Estamos dedicando más del 17 por ciento de nuestro PIB a gastos de atención médica y los siguientes países que tienen un gran gasto -Alemania y Francia- dedican el 11 ó 12 por ciento”, dijo Clinton en una entrevista. “Pero no estamos más sanos”, agregó. Estados Unidos tiene índices mucho peores que otros países industrializados en mortalidad infantil y muertes por enfermedades cardíacas, entre otros. Clinton asegura que si los costos de salud de Estados Unidos caen al porcentaje del PIB de los países que lo siguen en gasto -un 6 por ciento de ahorro es poco menos de 1 billón de dólares- el dinero “podría utilizarse para aumentar los sueldos y realizar inversiones en educación y tecnología”.
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