WASHINGTON (AP) — Diseñado para dominar al enemigo en el combate, el tanque pesado Abrams ha probado ser igualmente difícil de derrotar en la batalla por el presupuesto.
Legisladores de ambos partidos han asignado casi 500 millones de dólares del contribuyente durante los últimos dos años a construir versiones mejoradas del Abrams, de 70 toneladas.
Pero altos oficiales del Ejército han dicho repetidas veces que no los quieren.
Es lo opuesto a lo que vive el mundo del presupuesto federal estos días, donde los recortes automáticos de gastos dejan numerosos programas con pocos fondos o sencillamente sin dinero alguno. Desde hace años republicanos y demócratas han batallado con tanta vehemencia que el proceso legislativo en Washington está casi detenido.
Sin embargo, en el caso del tanque Abrams, existe presión de ambos partidos para gastar 436 millones de dólares adicionales en un arma que los expertos han dicho explícitamente que no es necesaria.
“Si dependiera de nosotros, usaríamos ese dinero de otra manera”, dijo el general Ray Odierno, jefe del Estado Mayor del Ejército, a The Associated Press la semana pasada.
¿Por qué siguen asignando fondos a los tanques? Razones políticas.
Mantener la línea de ensamblaje del Abrams protege a empresas y plazas de trabajo con buenos sueldos en los distritos legislativos donde muchos de los suministradores están ubicados.
Y si el Abrams tiene una cuna, es el políticamente importante Ohio. La única planta productora de tanques del país está en Lima, Ohio, por lo que no es coincidencia que los que defienden producir más tanques sean el representante Jim Jordan y el senador Rob Portman, dos de los legisladores federales más conservadores en materia de presupuesto, así como el senador demócrata Sherrod Brown. Todos dicen que su apoyo se basa en proteger la seguridad nacional, no en la financiación de proyectos con importancia política.
“La única partida en que debemos gastar el dinero del contribuyente es en la defensa del país”, dijo Jordan, cuyo distrito en la zona noroeste de Ohio incluye la planta de producción de tanques.
El dilema del Abrams subraya el reto que el secretario de Defensa, Chuck Hagel, enfrenta en momentos que trata de reducir programas que los militares consideran innecesarios o demasiados costosos para asegurar que haya fondos suficientes para operaciones esenciales, entrenamiento y equipos.
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