WASHINGTON (AP) — Algunos republicanos están cuestionando la suposición de sus líderes de que el partido debe apoyar leyes de inmigración más liberales para que pueda aumentar su competitividad en las elecciones presidenciales.
Estos escépticos dicen que la cúpula partidista está razonando al revés. Sostienen que “reforma” inmigratoria significa millones de nuevos votantes de inclinación demócrata si se concede la ciudadanía a un gran número de inmigrantes hispanos que ahora viven sin autorización en Estados Unidos.
El argumento está dividiendo al partido en momentos en que trata de reponerse de su derrota en el voto popular en cinco de las seis últimas elecciones presidenciales. También podría poner en peligro el anhelo del presidente Barack Obama de dejar como legado la reestructuración de las problemáticas leyes inmigratorias.
Muchos conservadores están “muertos de susto” de que el Partido Republicano “esté cometiendo suicidio, de que vamos a terminar legalizando a nueve millones de personas que votarán automáticamente por los demócratas”, dijo recientemente el comentarista radial Rush Limbaugh al senador republicano Marco Rubio, de la Florida, un líder del equipo bipartidista que promueve la reforma inmigratoria.
Los estrategas en ambos partidos dicen que varios factores, incluidos los niveles de ingresos, podrían hacer que muchos, y probablemente la mayoría, de los inmigrantes legalizados se inclinen por los demócratas, al menos durante un tiempo.
Pero Rubio dice que vale la pena arriesgarse.
“Todo movimiento político, incluso el conservadurismo, depende de la habilidad de convencer a la gente que no coincide con uno hoy a que lo haga en el futuro”, dijo a Limbaugh.
Políticamente, los republicanos enfrentan una alternativa de dos opciones poco atractivas.
Pueden tratar de mejorar sus relaciones con los votantes hispanos actuales al respaldar un plan que probablemente agregue muchos electores que favorezcan a los demócratas en los próximos años. O pueden aferrarse al status quo en el que sus candidatos presidenciales pierden por amplia diferencia entre ese segmento electoral, el de mayor crecimiento.
En el 2012, el candidato presidencial republicano Mitt Romney, quien sugirió que la escasez de empleos haría que los inmigrantes se “autodeportaran”, sólo recibió el 27% del voto hispano. Un estudio del Partido Republicano sobre esos comicios llegó a la conclusión, entre otras cosas, de que el partido debía apelar a más hispanos, y que para hacerlo debía “abrazar y promover una amplia reforma inmigratoria”.
Los líderes del partido dicen que el lenguaje áspero utilizado por algunos republicanos cuando hablan sobre la inmigración ilegal ha indignado a muchos estadounidenses de ascendencia hispana.
El grupo bipartidista de Rubio ha propuesto una ley para afianzar la seguridad fronteriza, permitir el ingreso al país de decenas de miles de trabajadores especializados y no especializados, requerir que todos los empleadores controlen el estatus legal de sus trabajadores, y suministrar una vía en el futuro a unos once millones de inmigrantes que actualmente están sin documentación que les autorice a radicar en el país.
Aunque el proyecto sobreviva en el Senado controlado por los demócratas, se anticipa una enérgica resistencia en la Cámara de Representantes dominada por los republicanos. A muchos republicanos en la cámara baja les disgusta la idea de una “amnistía” para quienes cruzaron la frontera ilegalmente, y algunos dicen que es insensato legalizar a personas que probablemente votarán por los demócratas.
Obama apoya el plan de Rubio, y conquistó cruciales elogios del titular de la cámara baja, el republicano John Boehner, así como del republicano Paul Ryan, que el año pasado fue candidato de ese partido a la vicepresidencia.
Rubio y sus aliados ponen en tela de juicio la idea de que crear un camino a la ciudadanía para millones de personas que entraron ilegalmente al país aumentaría notablemente el caudal de votos demócratas en las próximas elecciones.
“No todos los once millones de inmigrantes ilegales aquí cumplirán los requisitos para convertirse en ciudadanos, ni todos los once millones de inmigrantes ilegales son hispanos”, según el sitio cibernético “Myth vs. Fact” (Mitos vs. hechos), perteneciente a Rubio. El sitio afirma que muchos inmigrantes no escogerían hacerse ciudadanos, y que muchos nuevos ciudadanos, al igual que muchos actuales, no se molestarán en acudir a votar.
Pero algunos estrategas de la campaña republicana dicen que el daño político sería peor que lo que admiten los líderes del partido.
El consultor y encuestador republicano Mike McKenna dijo que una de sus encuestas indica que la mayoría de los estadounidenses favorece la reforma inmigratoria y que creen que beneficiará más a los demócratas que a los republicanos.
En una entrevista, McKenna dijo que los líderes republicanos avalan el plan de Rubio sin datos suficientes sobre sus posibles consecuencias.
“Creo que en uno o dos meses la gente del partido va a desear no haber iniciado esta conversación”, comentó.
Los líderes del partido, agregó, se equivocaron al encuadrar el debate inmigratorio en términos políticos en vez de morales.
“El argumento de que va a ser políticamente ventajoso no será sostenible con el tiempo”, sostuvo McKenna.
Los activistas políticos han calculado cuánta gente que vive en Estados Unidos sin autorización podría querer hacerse ciudadana, registrarse para votar y hacerlo por los candidatos demócratas en el caso de que se le abriese una vía a la ciudadanía. Aun los cálculos más conservadores suponen que los demócratas se beneficiarían más que los republicanos, al menos en un principio.
Los aliados de Rubio no creen que vaya a ser así.
“El status quo no es aceptable para los votantes republicanos”, dijo Kevin Madden, consultor de ese partido que ha trabajado para Romney y otros. Los líderes republicanos deben promover la mejor reestructuración de las leyes inmigratorias que puedan conseguir, agregó.
El consultor republicano Matt Mackowiak, que vive en Texas, observó que los líderes evangélicos, los principales grupos empresariales y otros que se oponían a los cambios inmigratorios en el 2007 ahora los apoyan. Agregó que el Partido Republicano debería concentrarse en atraer a votantes hispanos con su mensaje de un gobierno reducido y defensa de la libre empresa, y no preocuparse demasiado si una nueva ley produce más votantes demócratas por el momento.
“Si no ganamos del 40 al 45% de los hispanos”, dijo Mackowiak, “no vamos a triunfar en elecciones independientemente de que esto (el aumento en el voto para los demócratas) ocurra o no”.
Limbaugh no está de acuerdo.
“Veo nuevamente datos de encuestas que sugieren que el 70% de la población hispana en el país cree que el gobierno es la fuente primaria de la prosperidad”, le dijo a Rubio en su reciente diálogo. “Por lo tanto, no comprendo esta noción de que los hispanos tienen el potencial de ser conservadores”.
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