(AP) — Durante años, el presidente Barack Obama fustigó a republicanos y demócratas por igual por tratar al oleoducto Keystone XL como una prueba de si Estados Unidos enfrentaría con seriedad el problema del calentamiento global. Ahora que rechazó el proyecto, Obama enarbola su decisión como evidencia clara en momentos en que trabaja para asegurar su legado ambiental con un poderoso acuerdo climático mundial.
El rechazo de Keystone, el propuesto oleoducto de 1.900 kilómetros (1.179 millas) desde Canadá hasta Texas, fue el más reciente en una larga lista de pasos tomados por Obama para mostrar que Estados Unidos lidera los esfuerzos para combatir el calentamiento global. Incluso con los republicanos oponiéndose acérrimamente a Obama en el país, el presidente ha usado esos pasos para presionar a otros gobiernos a tomar medidas similares — especialmente países en desarrollo que durante años han dicho que los cambios climáticos no son su problema.
En el centro de las gestiones de Obama están históricos límites a las emisiones de dióxido de carbono de las plantas eléctricas en Estados Unidos, que han sido elogiados por ambientalistas y criticadas por el sector de energía y sus defensores. Aunque esas reglas proceden por el momento, enfrentan un futuro incierto. La mayoría de los estados en el país están demandando para bloquearlas.
“Objetivamente, ha habido una firme serie de pasos tomados por el presidente que son más impactantes para el cambio climático que Keystone”, dijo la directora de comunicaciones de la Casa Blanca Jen Psaki”. “Nuestra opinión es que tenemos que seguir liderando con nuestro ejemplo. ¿Es difícil? Sí, por supuesto”.
Si las reglas para las plantas de electricidad no son implementadas, Obama tendría una gran presión para garantizar el recorte de entre 26% y 28% en las emisiones estadounidenses que ha prometido como el compromiso de Estados Unidos con el tratado climático. Y si eso sucede, analistas predicen que países como China podrían comenzar a retractar su cooperación en el asunto.
Obama está contando con el tratado climático, que deberá concluirse el mes próximo en París, para colocarse en una categoría única como primer presidente estadounidense en tratar el cambio climático como una prioridad central y el primero en asegurar compromisos de otros países para lidiar con el problema de forma significativa.
En ese sentido, muchas de las órdenes ejecutivas de Obama para reducir emisiones de gases de invernadero han estado diseñadas en parte para maximizar su posición cuando negocia con otros países.
Aparte de las reglas para plantas de electricidad, Obama ha hecho más estrictos los estándares de eficiencia de combustible para coches y camiones, apuntando con ello a uno de los mayores causantes de gases de invernadero. Su gobierno ha dado paso para reducir emisiones de metano, hidrofluorocarbonos y otros contaminantes al tiempo que provee fondos federales para fuentes renovables de energía como eólica, solar e hidráulica.
Al acercarse la conferencia de París, Obama firmó acuerdos con China, con esperanzas de que un compromiso del mayor contaminador mundial de reducir emisiones haga imposible que otras naciones grandes en desarrollo, como India y Brasil, eviten compromisos propios.