Se suponía que el presidente John F. Kennedy se detendría sólo por un instante y saludaría de lejos con la mano.
En cambio, un grupo de hispanos lo convenció de que entrase en un hotel de Houston para hablar ante numerosos defensores de los derechos de los mexicano-estadounidenses. Y allí, él convenció a su esposa, la primera dama Jacqueline Kennedy, de que hablase al público en español.
Era el 21 de noviembre de 1963. Horas después, el presidente había muerto y su asesinato hizo olvidar el significado de un discurso que podría considerarse como el nacimiento del voto latino en Estados Unidos, que en el 2012 resultaría decisivo para ayudar a reelegir a Barack Obama, el primer presidente de raza negra.
Para los historiadores, la presentación de Kennedy en el Salón de Baile del Hotel Rice en Houston fue probablemente la primera vez que un presidente reconocía oficialmente a los hispanos como un bloque importante de votantes.
Aunque no hay ninguna placa que conmemore la histórica ocasión, se trata de un jalón memorable para los activistas, aunque el lugar mismo donde Kennedy se sentó y oyó a una banda entonar baladas mexicanas y donde el público lo aclamó es hoy un salón remodelado en un edificio de departamentos donde se efectúan recepciones de bodas.
“Esa tarde… fue cuando empezó”, afirmó Ignacio García, autor de “Viva Kennedy: Los mexicanos-estadounidenses en busca de Camelot” y profesor de historia en la Universidad Brigham Young. “Pero como muy poca gente supo sobre la reunión, es como si nunca hubiera ocurrido”.
La visita sorpresiva sobrevino después que los mexicanos-estadounidenses en Texas, Nuevo México, California, Arizona, Illinois e Indiana ayudaron a Kennedy en los estados reñidos en 1960, gracias a una campaña sin precedente de registro de votantes en comunidades hispanas. Surgieron clubes independientes “¡Viva Kennedy!”. Los legisladores Dennis Chávez, de Nuevo México, y Henry González, de San Antonio, empezaron a hablar en vecindarios hispanos y se erigieron en las primeras figuras políticas hispanas reconocibles a nivel nacional.
Al igual que en el 2012, los republicanos en 1960 hicieron pocos esfuerzos por conquistar el voto hispano para su candidato presidencial Richard Nixon. Los hispanos también se identificaron con Kennedy, que era católico y de ascendencia irlandesa, miembro de un grupo étnico que había combatido la discriminación similar a la que sentían los hispanos en el sudoeste segregado.
En las elecciones de 1960, Kennedy obtuvo el 85% de los votos mexicano-estadounidenses.
Pero durante los primeros meses de Kennedy en el cargo, los hispanos manifestaron decepción de que el presidente no hubiese designado hispanos en su gobierno. Chávez lo criticó abiertamente por este motivo. Otros líderes hispanos lanzaron una campaña de cartas para censurar los lentos progresos en el terreno de los derechos civiles.
En previsión de otra elección reñida en 1964 y con la esperanza de relajar las tensiones, Kennedy visitó Texas en noviembre de 1963. Sus asesores le sugirieron que por lo menos hiciera una breve escala frente al lugar de una reunión de gala de mexicanos-estadounidenses en Houston patrocinada por la Liga de Ciudadanos Latinos Estadounidenses Unidos (LULAC), el grupo hispano promotor los derechos civiles más grande del país en ese entonces.
“El Servicio Secreto nos dijo que podría detenerse, pero que no lo publicitarían porque no formaba parte de su programa oficial”, dijo Alexander Arroyos, de 76 años, que era funcionario de LULAC en ese entonces. “Podíamos comunicarlo oralmente. Pero nadie nos creyó”.
Y después Kennedy se presentó.
El presidente fue recibido en la puerta por Macario García, que había recibido la Medalla de Honor por su desempeño durante la Segunda Guerra Mundial. Dentro del salón, Kennedy y la primera dama fueron recibidos con entusiasmo por veteranos de guerra, promotores de los derechos civiles y futuros funcionarios electos.
Kennedy habló brevemente sobre política exterior en Latinoamérica y la importancia de LULAC. La primera dama dijo al público en español que Texas tenía vínculos históricos profundos con los hispanos. El público respondió con gritos de “¡Viva Kennedy!”. Una banda cantó una balada en español mientras los fotógrafos tomaban instantáneas de los Kennedy y del vicepresidente Lyndon Johnson y su esposa Bird Johnson.
Según los historiadores, hasta ese momento ningún presidente había reconocido a los hispanos como un bloque de votantes, dijo Emilio Zamora, historiador en la Universidad de Texas en Austin.
El presidente William Taft (1909-1913) pudo haberse reunido con un pequeño grupo de activistas hispanos en El Paso, Texas, agregó Zamora. El presidente Dwight Eisenhower probablemente estrechó las manos de algunos votantes mexicanos-estadounidenses en una visita proselitista al sur de Texas en 1952. “Pero no creo que ningún presidente haya agradecido públicamente a mexicanos-estadounidenses de esa manera”, dijo Zamora.
Quince horas después de la histórica reunión, Kennedy estaba muerto.
Miembros de la banda musical que tocaron para el presidente la noche anterior lloraron al enterarse de la noticia. Cuando Arroyos se enteró de lo sucedido, le dijo a su jefe en una compañía importante que estaba demasiado conmocionado como para trabajar. Arroyos corrió a recolectar entre sus amigos tantas fotos como fuese posible de la visita de Kennedy al Hotel Rice para una futura edición de la publicación de LULAC.
El día de las elecciones del 2012, los analistas hablaron rutinariamente sobre el despertar de los hispanos como un gigante que había estado dormido y que había dado a Obama el 71% de sus votos. Pero Ignacio García dijo que esa evaluación omite el papel que han desempeñado los hispanos en las elecciones presidenciales durante más de 50 años.
En 1960, por ejemplo, su respaldo abrumador ayudó a poner a Texas y Nuevo México a favor de Kennedy durante la reñida contienda con Nixon. La campaña republicana no tenía presencia en los vecindarios mexicanos-estadounidenses y tampoco un aviso televisivo en español, al contrario que Kennedy, que aprovechó a la primera dama para hacerlo. Kennedy también prometió designar a mexicanos-estadounidenses en su gobierno.
Johnson disfrutó del apoyo de los hispanos que hicieron campaña para él hacia su abrumadora victoria de 1964, y los mexicanos-estadounidenses apoyaron firmemente al senador Robert Kennedy durante la primaria demócrata de 1968 en California.
En el 2000, el entonces gobernador de Texas George W. Bush, republicano, logró superar al demócrata Al Gore, gracias en parte a haber recibido el 40% de los votos hispanos, según varios cálculos.
“El voto hispano no nació la noche en que Obama fue reelegido”, dijo García. “Nació el 21 de noviembre de 1963”.
El motivo de que el voto hispano atraiga atención en el 2012 se debe a que los hispanos son la primera minoría en Estados Unidos y que las tasas de participación de sus votantes aumentan, afirmó.
La participación de votantes hispanos ha subido de 3,7 millones en 1988 a unos 12,5 millones en el 2012, según el Centro Pew Hispano. La cifra podría duplicarse en dos décadas, pronosticó el centro.
Arroyos dijo que la mayoría de los activistas de mayor edad desestiman la afirmación de que los hispanos estén por fin influyendo sobre las elecciones nacionales, aun cuando su generación ayudó a dar nacimiento al voto hispano. De todos modos, dijo que aun quienes recuerdan ese discurso de Kennedy probablemente no saben qué papel desempeñaron como anticipo de la participación hispana en la votación del 2012.
“No sabía que esa velada hubiese sido tan histórica”, dijo Arroyos. “Sencillamente estaba feliz de que él se presentara, aunque sólo fuera para saludar”.
ARTÍCULOS RELACIONADOS
http://es-us.noticias.yahoo.com/