AGUA QUE AL BARRO MOLDEAS
Por azares del destino hemos nacido latinos, morenos, blancos o güeros, hijos del vientre de América, sus retoños llegan lejos pero la raíz se queda.
Entre valles y montañas, en las mesetas o selvas, donde se crece en el surco, con el arado en la mano tras una yunta de bueyes labrando, siempre sembrando un pedacito de tierra, siempre sucio de la ropa, también de la piel por fuera, porque te bañas de polvo que huele todo a pureza y que te limpia por dentro, toda el alma te la deja transparente, todos los males se salen, mientras tu cuerpo se llena de sueños, de ilusiones, de todas las cosas buenas, piensas que crezca la milpa, el ajonjolí, las calabazas, las sandias, los chiles; te imaginas la cosecha, que la vaca esté bien gorda, también la canija puerca, que tienes que cortar leña, un caballito de palo o con joyas de cirian un carrito a tu manera que hay que diseñar pal guachi, ansina es el campesino y ansina la mujer, arma las monas de trapo también para la guachita, pa’que los dos se entretengan; por las tardes ella borda servilletas, y en el resto del día le atiza fuerte al fogón, le da vueltas al molino o talla fuerte el metate y hace memelas calientes, también a golpes y tallones siempre contra el molcajete prepara una salsa bruta ¡todo eso esta tan bueno que la pobreza se disfruta! con tantas cosas que hacer nunca tu alma se ensucia, la hipocresía no cabe, tampoco la corrupción, y si no entran cosas malas el cuerpo nunca se enferma.
No hay momento para el odio, para envidias, ni rencores que van creciendo por dentro y que racismo generan, como dijo Don Francisco, es la vergüenza más grande que la humanidad enfrenta, ¡animo raza de barro que habéis dejado tu tierra y con ella algunas costumbres! el agua del huracán que sus cuerpos ha lavado junto con sus pertenecías, también penetró sus almas y se llevó la maleza, maleza de la ciudad, maleza de la gran urbe que aunque ustedes no lo crean se filtra poco a poquito, ¡se forma sarro dañino, fango maldito que apesta! sé que son inteligentes y que ya se dieron cuenta, les removió la conciencia, reaccionaron muy bonito, actuaron unidamente, se observó colaboración por medio de los videos, de igual forma todos juntos se ablandaron poco o mucho pensando posiblemente, aquí todo se acabó, pero mostraron valentía, esa es mi Raza de América, mi fuerte Raza de Barro que se ablanda con el agua pero no se desintegra, porque con el agua misma sus cuerpos se les moldean, ordenando las ideas para salir siempre unidos y con la ayuda de Dios navegar cualquier marea.
-Carlos Alvear
