WASHINGTON (AP) — En la conclusión del debate en el Senado sobre la inmigración, los senadores relataron sus propias historias y las de sus familias inmigrantes.
Las tertulias las encabezaron los ocho senadores —cuatro demócratas y cuatro republicanos— que pasaron horas y horas desde enero intentando sacar adelante un acuerdo a pesar de algún riesgo político. Tenían motivos para reflexionar: a diferencia de los grupos bipartidistas anteriores en el Senado, éste elaboró un proyecto que podría ayudar a resolver uno de los problemas políticos más complejos y de mayor alcance que enfrenta el país.
“Nos exaltamos, nos animamos los unos a los otros, y escribimos juntos un proyecto de ley”, dijo el senador demócrata Dick Durbin acerca de las negociaciones.
La política de inmigración es, por definición, personal para la mayoría de los estadounidenses. A lo largo de la última jornada de debate, el jueves, los senadores dejaron en claro que ciertamente es personal para ellos.
Al líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, se le aguaron los ojos al recordar a su suegro, que nació en Rusia.
Los senadores demócratas Bob Menéndez y Durbin dedicaron sus votos a sus madres.
El senador republicano Jeff Flake recordó cuando trabajaba de niño con su familia, junto a inmigrantes sin permiso legal “que trabajaban más duro que nosotros en condiciones mucho más difíciles que las que nosotros superamos”. El senador demócrata Chuck Schumer habló de sus abuelos y bisabuelos que huyeron de la persecución en Europa.
El republicano John McCain se refirió a varios informes de prensa que relatan las miles de personas cuyos cuerpos han sido encontrados en el sofocante desierto de Arizona, la evidencia de los riesgos que la gente corre al cruzar ilegalmente la frontera desde México.
“¿No nos atañe sacar de las sombras a 11 millones de personas?”, dijo McCain en el Senado.
Más tarde el Senado estuvo de acuerdo en que la respuesta es afirmativa, al decidir por 68 votos a favor y 32 en contra enviar a la Cámara un proyecto de ley que le ofrece a la mayoría de esos inmigrantes un camino hacia la ciudadanía, y también establece una operación de estilo militar con 20.000 nuevos guardias, más de 1.100 kilómetros (700 millas) de vallas y un arsenal de tecnologías bélicas como aviones no tripulados y sensores de movimiento para hacer prácticamente impenetrable la frontera entre Estados Unidos y México.
La Cámara apoya plenamente la segunda parte, pero la mayoría republicana está mucho menos encantada con la creación de un nuevo camino hacia la ciudadanía para personas que, opinan, violan la ley por su propia presencia en Estados Unidos.
Durante meses, los legisladores relataron historias y escucharon los testimonios de inmigrantes sobre los horrores de la clandestinidad, el dolor de las familias separadas y su lucha para prosperar en Estados Unidos. Pero el jueves, en los momentos previos a la votación y a que los legisladores hagan planes para salir de la ciudad por el festivo del 4 de julio, los senadores hicieron una pausa para enfatizar que el proyecto para ellos también es personal.
Menéndez dijo que estaba pensando en su propia familia, especialmente su madre, que vino de Cuba. “Cuando llegue el momento de depositar el voto, lo voy a depositar a su memoria”, dijo.
Flake recordó cuando cortaba y acarreaba heno junto a trabajadores “migrantes indocumentados”, en su mayoría procedentes de México. “Desde entonces, he albergado un sentimiento de admiración y respeto por aquellos que han llegado a arriesgar su vida y su salud y a sacrificar tanto para proveer una vida mejor para ellos y sus familias”.
El senador republicano Marco Rubio, que contempla una aspiración presidencial en el 2016, contó cómo sus padres se embarcaron en un avión para salir de Cuba en 1956 y batallaron para encontrar un punto de apoyo en este país. Contó que su madre lloró cuando “su presidente”, John F. Kennedy, fue asesinado en 1963.
“Mucho antes de que se convirtieran en ciudadanos, en sus corazones ellos ya se habían convertido en estadounidenses”, dijo Rubio, cuyo papel en el proyecto encendió una reacción violenta de parte de los mismos partidarios del Tea Party que en otros tiempos lo consideraban su héroe.
El senador republicano Lindsey Graham habló de sus difuntos padres cuando se dirigió a los opositores del proyecto de ley que se quejan de que los inmigrantes no están bien educados.
“Uno de los detractores de este proyecto de ley, una de las organizaciones, dijo que el inmigrante ilegal promedio tiene una educación hasta 10mo grado. Bueno, todo lo que puedo decir es que tienen un senador de Estados Unidos que viene de padres que ni siquiera llegaron a estudiar hasta 10mo grado… A aquellos que dicen que la población de inmigrantes ilegales simplemente no está bien educada, no tienen idea de lo ofensivo que es para un tipo como yo. Así que se puede llevar su crítica y mejor simplemente dejamos las cosas así”.
El senador demócrata Michael Bennet habló de la familia de su madre, que escapó del Holocausto en Polonia, pasó por Suecia y la ciudad de México y, finalmente, llegó a la ciudad de Nueva York en 1950. Su madre tenía casi 12 años y era la única en la familia que hablaba algo de inglés. Para el primer cumpleaños del senador, sus abuelos le dieron una tarjeta de cumpleaños que comenzaba “Señor Presidente”.
“‘Los antiguos griegos nos dieron al mundo, los altos ideales de la democracia, en busca ello tu querida madre y nosotros llegamos a las hospitalarias orillas de los hermosos Estados Unidos en 1950”, escribieron, según Bennet. “Hemos sido felices aquí desde entonces, más allá de nuestros más grandes sueños y expectativas sobre la democracia, la libertad, el amor y los mayores tesoros de la humanidad. Esperamos que cuando crezcas, ayudes a desarrollar en otras partes del mundo una mayor comprensión de estos valores estadounidenses”.
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