El impacto del voto hispano en EEUU impulsa un nuevo orgullo de ser latino

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El impacto del voto hispano en las presidenciales de Estados Unidos de este año alteró las estrategias políticas hacia 2016, pero también dio lugar a un nuevo orgullo de ser latino, que trae consigo un arraigo cultural sin complejos en el país que los vio nacer o acogió.

El hecho de que un récord de 12,5 millones de hispanos acudieran a las urnas en las elecciones del 6 de noviembre, cuando Obama resultó reelegido con el 71% del voto de los latinos, se convirtió en una suerte de credencial para que la primera minoría del país, con 52 millones de personas, pasara a gozar de una mayor consideración socio-política.

Sin embargo, esta comunidad de heterogéneos orígenes pero que comparte el español como lengua y mantiene sus tradiciones culturales todavía es incomprendida por la gran prensa estadounidense, mientras que los políticos se limitan a cortejarla en tiempos electorales.

“Como latinos estamos dando grandes pasos en la sociedad estadounidense y demostrando que podemos contribuir porque compartimos las mismas preocupaciones de los americanos que siempre han estado aquí”, dijo a la AFP Luigi Boria, un empresario millonario que se convirtió en noviembre en el primer alcalde venezolano de la ciudad de Doral (estado de Florida, sureste), donde el 79% de los habitantes es de origen hispano.

La masiva participación de latinos en las últimas elecciones puso de relieve “el impacto que los latinos están teniendo en el campo político y cómo esta comunidad está ayudando a definir nuestro futuro”, indicó el presidente de la cadena de televisión Univisión, el estadounidense Randy Falco, al lanzar hace unas semanas el proyecto multimedia Generación América. Esta iniciativa de la cadena de medios en español de mayor audiencia en Estados Unidos se propuso destacar las historias positivas de atletas, artistas, políticos hispanos y también de familias anónimas que han tenido éxito en distintos ámbitos.

A diferencia del complejo por el español que caracterizó a los inmigrantes mexicanos en California en la década de los 70, por ejemplo, hoy en día el ser bilingüe y dominar tanto el inglés como el español tiene un inmenso valor entre la diáspora cubana, dominicana, boricua y centroamericana, que vive desde el sur, en la frontera con México, hasta Chicago, Colorado y Ohio, en el norte. “Entre los jóvenes latinos, hay un sentido diferente de orgullo tanto de hablar español como de sus orígenes étnicos en comparación con las anteriores generaciones de latinos”, explicó a la AFP Mark Hugo López, director asociado del Centro de investigaciones Pew Hispanic en Washington.

Según López, antes los latinos que se proponían radicarse en Estados Unidos tenían como prioridad olvidar su idioma, privilegiar el inglés y asimilarse a los estadounidenses. Pero “hoy en día, entre los latinos de tercera generación, por ejemplo, un tercio dice que se identifica más a menudo con la etnia del país de origen de su familia”, que con las tradiciones socio-culturales de Estados Unidos, que es donde nacieron, se criaron y estudiaron.

Para Camila Gallardo, directora de comunicación del Consejo Nacional de la Raza (NCLR), estos cambios “forman parte del progreso de todas las comunidades extranjeras que van creciendo y quedándose en un país como éste”.

Los analistas destacan que parte de esa respuesta al peso hispano demostrado en las elecciones pasadas fue que congresistas republicanos y demócratas empezaron a poner sobre la mesa las propuestas de la esperada reforma migratoria para los 12 millones de indocumentados que viven en el país.

Pero el abismo sigue allí

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Los hispanos son el 16,3% de la población total de Estados Unidos, es decir, se habla más español que en España, por ejemplo, pero en ese número entran todos: los 31,8 millones de origen mexicano, los 4,4 millones de puertorriqueños, los 1,7 millones de salvadoreños y los 1,6 millones cubanos, según el censo de 2010.

Esta heterogeneidad, que incluye a otros grupos que crecieron significativamente en la última década, como los sudamericanos, que aumentaron un 104% y los españoles -hispanos para los estadounidenses-, que crecieron un 534%, pasando de 100.000 en 2000 a 635.253 en 2010, no ha sido integrada a la cultura anglosojona.

“No nos entienden. Tratan, pero todavía no nos entienden”, indicó el periodista mexicano Jorge Ramos en su columna del diario El Nuevo Herald de hace unos días, donde reflexiona sobre las lagunas periodísticas en la prensa anglosajona sobre tres temas que han impactado fuertemente a la comunidad hispana en el último mes.

La reciente muerte de la ‘Diva de la Banda’, Jenni Rivera, la estadounidense de origen mexicano descubierta por los medios en inglés el día de su muerte el 9 de diciembre; el asesinato y apoteósico funeral en Nueva York del excampeón de boxeo Héctor ‘Macho’ Camacho y la reciente recaída de salud por un cáncer del presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Tres figuras abordadas como “fantasmas” en los medios en inglés, según Ramos, que califica de “suicidio televisivo el no cubrir noticias que interesan al grupo étnico de más rápido crecimiento en Estados Unidos: “En el 2050 seremos 150 millones y vemos mucha televisión”.

Mientras los medios en español han cubierto estos tres eventos con entregas completas y la enfermedad de Chávez ha sido seguida como si fuera una noticia local, “los periódicos en inglés han enterrado la nota en sus páginas interiores” y apenas ha sido mencionado en algunos noticieros en inglés.

El impacto del voto hispano en las presidenciales de Estados Unidos de este año alteró las estrategias políticas hacia 2016, pero también dio lugar a un nuevo orgullo de ser latino, que trae consigo un arraigo cultural sin complejos en el país que los vio nacer o acogió.

A diferencia del complejo por el español que caracterizó a los inmigrantes mexicanos en California en la década de los 70, por ejemplo, hoy en día el ser bilingüe y dominar tanto el inglés como el español tiene un inmenso valor entre la diáspora cubana, dominicana, boricua y centroamericana, que vive desde el sur, en la frontera con México, hasta Chicago, Colorado y Ohio, en el norte.

Los hispanos son el 16,3% de la población total de Estados Unidos, es decir, se habla más español que en España, por ejemplo, pero en ese número entran todos: los 31,8 millones de origen mexicano, los 4,4 millones de puertorriqueños, los 1,7 millones de salvadoreños y los 1,6 millones cubanos, según el censo de 2010.

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