Vuelve el nombre Kennedy al Congreso y la política

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WASHINGTON (AP) — Voltea a su izquierda por el pasillo, da tres pasos hacia la derecha y, con una sonrisa, se regresa a la izquierda.

El camino no es conocido todavía para el representante Joe Kennedy III, demócrata por Massachusetts, que fue criado entre la “realeza” política, pero no es sino otro novato de primer año, extraviado en el Congreso, apenas seis semanas después de asumir el cargo. Su familia ha trabajado en Washington durante la mayor parte de las pasadas seis décadas, pero este Kennedy sale de ascensores en el piso equivocado, tiene problemas para encontrar baños y aún no ha hecho muchos amigos.

“Es una especie de ritual de iniciación para el recién llegado en el que nadie te dice dónde estás en realidad”, dijo Kennedy, de 32 años, en una caminata reciente al Capitolio. “En realidad fue ayer cuando logré ir de mi oficina a través de los túneles subterráneos y de hecho salí en el sitio donde pensé que iba a salir en el Capitolio. Primera vez. Estaba muy orgulloso de mí”.

De hecho, lleva el peso de su apellido a cuestas junto con un sentido del humor autocrítico, y vive en relativa oscuridad mientras reinserta la marca Kennedy en la política nacional. Era una marca sin rostro tras la jubilación en 2011 de su primo Patrick Kennedy, representante por Rhode Island, cuya salida creó la primera ausencia prolongada de la familia en un puesto de elección popular desde que John F. Kennedy se convirtió en un miembro del Congreso en 1947.

El joven Joe Kennedy III, pelirrojo con cara de niño y poca experiencia política, trae silenciosamente el nombre de regreso.

No tiene un séquito. Está lejos de las entrevistas en medios nacionales. Se presenta a sí mismo, sólo como “Joe”. Y hay poco sentido de merecimiento cuando habla de una nueva carrera en el servicio público.

“Esto será por mi cuenta”, dijo Kennedy, quien fue fiscal estatal y voluntario en los Cuerpos de Paz. “La gente tiene que conocerme, tienen que saber quién soy, qué represento, cuáles son mis valores. Y entiendo que eso lleva tiempo”.

Habla de la credibilidad que su gran tío Ted Kennedy construyó durante décadas como senador por Massachusetts en una carrera llena de logros en la que se ganó el mote de “el león liberal”. Incluso algunos de los senadores más conservadores lo respetaban, señaló el joven Kennedy.

“Eso es algo que no simplemente te dan y ya”, dice. “Es algo que debe de ganarse”.

La marca Kennedy, por supuesto, evoca intriga y hasta genera murmuraciones de escándalo, muertes y elitismo. Patrick Kennedy dejó su posición luego de batallar con el abuso de las drogas y problemas de salud mental. El legado de Ted Kennedy tiene la mancha del accidente automovilístico de 1969 en la isla de Chappaquiddick que dejó una mujer muerta.

Y Joe Kennedy III nunca conoció a su abuelo, el secretario de Justicia federal Robert F. Kennedy, o a su tío abuelo, el presidente John F. Kennedy, ambos asesinados más de una década antes del nacimiento de este nuevo Kennedy.

El joven tiene la apariencia familiar, sabe tratar a la gente y cuenta con el ingenio de un fiscal. Pero también tiene esa personalidad amable y humilde que le ganó el afecto de sus colegas cuando trabajó como voluntario en la campaña senatorial de Ted Kennedy en 2006.

De hecho, Joe Kennedy III llega al Congreso en el sitio que previamente ocupaba el demócrata Barney Frank, con una creencia pasional en el poder del buen gobierno y modestas expectativas como miembro de primer año del partido minoritario. Habla poco sobre metas a largo plazo, y más bien se enfoca en poder cerrar la diferencia política y ayudar a sus votantes.

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