MIAMI (AP) — María y Ale son dos inmigrantes argentinas muy diferentes: una siente culpa de haber traído a su hijo para que permaneciera en Estados Unidos sin papeles; la otra no se lo cuestiona. Una es totalmente extrovertida; la otra es más callada. Una permanece en el país sin autorización; la otra ha obtenido la residencia permanente.
Pero más allá de las diferencias que las separan, están unidas por un objetivo común: impulsar a toda costa la reforma migratoria integral que ha prometido el presidente Barack Obama y que el Congreso debe aprobar para que sea una realidad. Por ello, dos semanas después de haberse reunido por primera vez al azar para ayudar a jóvenes sin papeles a llenar documentos que frenaran sus deportaciones, decidieron formar una organización de madres que luchan por la reforma.
Ahora, cinco meses después, las “Dreamers Moms” (Madres de Soñadores), como se hacen llamar, ya son más de medio centenar en el sur de la Florida y han sumado a otras madres de estados como Carolina del Norte, Alabama, Tenesí, Nueva York, Arizona y California.
Son todas mamás de “dreamers”, como se denomina a los jóvenes traídos al país ilegalmente cuando eran menores. Mujeres que en su mayor parte no tienen papeles o que tienen parientes con un status migratorio irregular y que comparten el sueño de conseguirlos con la reforma migratoria.
“Estoy convencida de que si no nos involucramos y no hacemos nada, no molestamos, no nos ven. Tenemos que involucrarnos y pelear” por una reforma migratoria que incluya a todos los inmigrantes que están sin papeles, manifestó María en una entrevista reciente en su casa con The Associated Press, después de pedir mantener su apellido en el anonimato por temor a reprimendas de las autoridades.
El sueño de Alejandra Saucedo, a quien todos dicen Ale, quien emigró en 1999 en busca de un futuro mejor para sus hijos, es más puntual y está orientado fundamentalmente a que los chicos que están sin autorización legal en el país puedan hacerse ciudadanos. A diferencia de María, ella no siente culpa porque su hijo permanece sin papeles.
La mujer se divorció en Miami de su esposo argentino y tres años después se casó con un estadounidense, lo que le permitió sacar la residencia legal.
Ahora que ya ha regularizado su situación migratoria y la de sus dos hijas menores, espera que los “dreamers” como su hijo Diego de 22 años puedan ser ciudadanos de este país.
De acuerdo con las leyes estadounidenses, los hijos menores de edad pueden obtener la residencia si la madre la tiene; pero no los hijos mayores, como Diego.
“Lo hago por los dreamers y por mi hijo. Quiero que los dreamers tengan lo que merecen, que es la ciudadanía”, expresó Saucedo, en un intento de explicar por qué formó con María el grupo “Dreamers Moms”.
El grupo, que se reúne todos los miércoles en un restaurante de la ciudad de Hollywood, a unos 35 kilómetros al norte de Miami, se fundó después que el presidente Obama firmó en 2012 una orden ejecutiva que benefició a jóvenes sin papeles que llegaron de niños al país y cumplían una serie de requisitos, entre ellos tener menos de 30 años, haber estado en Estados Unidos al menos durante cinco años y haber concluido los estudios en una escuela secundaria estadounidense.
La medida suspendió temporalmente las deportaciones de los jóvenes beneficiados, les dio la posibilidad de obtener un permiso de trabajo por dos años y un número de seguro social, entre otras cosas.
Los “dreamers” se sienten estadounidenses y aspiran a tener las mismas oportunidades que los demás. Por ello, a mediados de los años 2000 crearon un movimiento nacional que impulsa su causa.
Durante años han buscado que el Congreso apruebe una ley que les allane el camino a la ciudadanía, algo que aún no han conseguido. Ahora, después de la orden ejecutiva de Obama, se han unido a grupos defensores de los otros inmigrantes sin papeles para pedir la reforma migratoria integral que les allane a todos el camino a la ciudadanía.
María, de 47 años, y Ale, de 42, acudieron como voluntarias a uno de los seminarios organizados por la Coalición de Inmigrantes de la Florida para asesorar sobre la suspensión de deportaciones de los “dreamers” y ayudarlos a llenar los documentos. Allí se dieron cuenta de que la mayor parte de los padres que llegaban junto a los chicos permanecían en el país sin papeles y necesitaban también alguna medida que los beneficiara.
Dos semanas después, crearon el grupo y Ale apareció con las camisetas que hoy identifican al grupo: de color azul rabioso con grandes letras amarillas que dicen “Dreamers moms” en el frente y “Nosotros también tenemos un sueño: reforma migratoria” en la espalda.
Aunque sólo se reúnen una vez a la semana por un par de horas, las madres aseguran que trabajan todos los días, cada una por su cuenta, en busca de reclutar a más mujeres y planeando y organizando seminarios y talleres que ayuden a concientizar sobre sus derechos a los inmigrantes sin papeles y a la población en general.
Para disponer de más tiempo, Ale dejó un trabajo que tenía por las tardes y ahora sólo limpia casas por las mañanas, un trabajo muy diferente al de administradora de un centro médico en su Chaco natal. María, por su parte, limpia una casa por las tardes y en las mañanas se aboca por completo a sus tareas de mamá soñadora. En Argentina era empleada administrativa de una universidad privada de Buenos Aires.
Uno de los medios que más utilizan para difundir sus actividades es la página de Facebook DREAMersMoms. Allí, las mujeres informan sobre marchas y protestas que ellas mismas organizan o que han sido planeadas por organizaciones de inmigrantes, como una caravana de vehículos en pro de la reforma migratoria que salió desde el centro de la Florida el 3 de marzo y llegó a Miami el 10 de marzo, o concentraciones como las que esperan poder hacer en una playa de Miami Beach para escribir en la arena con letras gigantes las palabras “reforma migratoria”.
María Rodríguez, directora ejecutiva de la Coalición de Inmigrantes de la Florida, destacó que el surgimiento de las “Dreamers Moms” fue espontáneo por iniciativa de las mismas mujeres, pero obedece a su vez a un “proceso orgánico”.
“Ellas tuvieron toda la iniciativa, surgió de ellas. Al tener una organización (como la coalición) y un movimiento, se crean los espacios para que la gente se pueda conectar y coja el valor. Ellas usaron clínicas de DACA (siglas en inglés del programa que permite suspender las deportaciones) para reclutar madres”, explicó Rodríguez a la AP.
Remarcó, asimismo, que al asistir a las reuniones de inmigrantes, las mujeres “se dieron cuenta que necesitaban escalar para tener un impacto mayor”.
María, que nació en Entre Ríos y cuyo hijo Tomás obtuvo la residencia hace dos años al casarse con su novia estadounidense, empezó a trabajar como voluntaria de la coalición en 2010. Ale, en cambio, se involucró recién en el 2012, para ayudar con los trámites de DACA.
Berta Wilson, una nicaragüense de 34 años que llegó a Miami en julio del 2000 para acompañar a su esposo que ya estaba aquí y cuatro años después trajo a su hija, se unió a las madres soñadoras a finales del 2012. Aunque siempre estuvo atenta a las noticias de inmigración, no se había involucrado activamente con ningún grupo.
Hasta que Wilson, que en su país se graduó de informática administrativa en la universidad, se dio cuenta de que si ella y su esposo son deportados su hija de 18 años quedaría sola en Estados Unidos a cargo de su hermana menor de siete años, que como nació en Miami es ciudadana estadounidense.
“¿De qué sirve la protección (para los jóvenes) si me agarran a mí? Deberían darles protección también a los padres. Pero no me conformo con eso porque también tengo amigos, familiares” sin papeles, manifestó Wilson para explicar por qué es ahora una de las madres soñadoras.
“Esto me anima a seguir la lucha. Tengo muchos amigos indocumentados dispuestos a hacer lo que sea, y eso me da mucha energía”, dijo la mujer, que al igual que las madres argentinas ingresó como turista a Estados Unidos y se quedó una vez vencido el permiso de estadía.
Su hija mayor, Christell Wilson, se siente orgullosa del trabajo que está haciendo la mamá.
“Están tratando de hacer el cambio. No sólo son los jóvenes los que necesitan (legalizar su situación), sino los grandes también”, expresó la chica, que se acogió a DACA y ya recibió su permiso de trabajo y número de seguro social, pero que como aún no es residente debe pagar el triple para estudiar en una universidad.
“Ellas ayudan porque demuestran la importancia de la familia y la presión para que no se separe a la familia”, aseguró.
Algunos expertos y activistas entrevistados por la AP destacaron la importancia del mensaje de la familia que llevan estas mujeres y dijeron que le dan un enfoque más humano a la reforma migratoria.
“El elemento de hablar de la familia, de la comunidad, es un argumento muy fuerte para hacer una reforma integral. No podemos dejar afuera un grupo porque van a quedar totalmente vulnerables”, expresó Jackie Vimo, directora política de la Coalición de Inmigrantes de Nueva York.
“Me gustaría que se crearan estos grupos de madres por todo el país, que salgan las madres y padres a la calle a demandar y pedir el cambio ahora. Creo que si salen así como madres, va a ser muy importante para darle otro enfoque al debate”, dijo la activista, tras destacar que no conocía otro grupo similar de mujeres en el país.
William Pérez, profesor de educación de la Universidad de Claremont en California, explicó que el activismo de los padres sin papeles que alientan una reforma migratoria se ha incrementado en todo el país, pero dijo que a su entender este es el primer grupo de madres que se forma.
El experto, especializado en el movimiento de los dreamers, indicó que el haber sido testigos del movimiento de sus hijos dreamers les ha dado valor a los padres sumado al hecho de que también muchos hijos están alentando a los progenitores a que se involucren activamente en grupos de inmigrantes.
Estas mamás, indicó, muestran una imagen alternativa del inmigrante sin papeles, hacen ver su perseverancia, su trabajo duro, sus contribuciones.
“Es un sentimiento del valor de la familia que llega a mucha gente. Son madres que hablan de sus experiencias y eso crea mucha empatía en el público y es importante para empujar el movimiento” de la reforma migratoria, indicó.
María, la más extrovertida de las mamás entrevistadas y cuyo esposo arquitecto ha trabajado colocando pisos en Miami, asegura que el activismo la hace sentir a salvo.
“Con todo esto me siento más protegida y si me pasa algo sé que van a salir a protestar”, aseguró luciendo orgullosa su camiseta con la leyenda “Dreamers moms”.
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