(AP) — Líderes actuales y anteriores del Partido Republicano condenaron su comportamiento. Los dos únicos congresistas republicanos de New Hampshire se negaron a apoyarlo. Un conservador, dueño del principal periódico del estado, le llamó “estafador” en portada.
Pero Donald Trump ganó de todos modos, y con un amplio margen.
También lo hizo Bernie Sanders, que se va de New Hampshire con una contundente victoria que se podría esperar de un candidato bendecido con la aprobación casi total de su partido. Salvo por que el aparato del Partido Demócrata respalda a Hillary Clinton.
La victoria de Trump, por 18 puntos, y la del autoproclamado socialista demócrata, por 21, son un recordatorio de los límites del poder del partido en un momento de enfado con Washington y de frustración con los políticos.
Muchos líderes del Partido Republicano pueden estar aterrados por el ascenso de Trump, pero todavía tienen que encontrar la fórmula divina para frenar al multimillonario empresario inmobiliario. Clinton, por su parte, puede contar con el respaldo de todos los nombres importantes de su partido, pero Sanders se está ganando a los jóvenes e independientes que ayudaron a Barack Obama a la llegar a la Casa Blanca.
El martes, la cúpula del Partido Republicano de New Hampshire expresó una mezcla de frustración y vergüenza por ser el estado donde Trump cosechó su primera victoria. “Me niego a apoyarlo bajo ninguna circunstancia”, dijo Fergus Cullen, expresidente de la formación en la región. “Trump sería un desastre”.
Cullen comparó a Trump con Pat Buchanan en 1996, el polémico exasesor de Nixon y comentarista político conservador que también ganó las primeras del estado. Los líderes del partido se alinearon de inmediato con Bob Dole, que había liderado a los republicanos en el Senado y que terminó obteniendo la nominación a la Casa Blanca.
No fue porque quisieran a Dole, recordó Cullen, sino por el temor de que Buchanan avergonzase al Partido Republicano.
“El partido pudo frenar a Buchanan hace 20 años”, señaló Cullen. “Hoy, son incapaces de hacerlo”.
Para los que como él están en contra de Trump, la situación solo empeora.
El decepcionante resultado de Marco Rubio en New Hampshire elimina la posibilidad de que el senador por Florida surja como la candidatura alternativa preferida del partido, mientras la carrera electoral se dirige ahora a South Carolina y los estados del Súper Martes.
Compitiendo por el respaldo del mismo grupo de republicanos, el gobernador de Ohio, John Kasich; el exgobernador de Florida, Jeb Bush; el gobernador de New Jersey, Chris Christie y Rubio lograron en conjunto el número suficiente de votos para superar cómodamente a Trump. Pero al competir entre ellos — cuatro experimentados políticos contra el recién llegado solitario — el magnate ganó con facilidad.
Entre ahora y el 15 de marzo se celebrarán primarias en South Carolina, Nevada y más de una docena de estados que votan el 1 de marzo — un tiempo que Trump y el senador por Texas Ted Cruz pueden utilizar para ampliar su ventaja. Más allá de cuestiones sobre la solidez de su campaña sobre el terreno, el empresario mantiene una amplia ventaja en las encuestas de opinión previas a la votación en el sur — y podría verse impulsado por su éxito en New Hampshire.
Lo mismo podría ocurrirle a Sanders, aunque le queda mucho por ascender a medida que avanza la carrera democrática.
South Carolina y Nevada son estados con más diversidad racial que Iowa y New Hampshire, lo que debería jugar en favor de la consumada fortaleza de Clinton entre las minorías. Y al contrario que los republicanos, los demócratas dan a cientos de miembros influyentes del partido la posibilidad de votar a quien quieran en una convención nacional. Entre los conocidos como superdelegados, Clinton tiene ya una ventaja de 352 delegados, de los 2.382 que necesita para la nominación.