Washington D.C. abate su tasa de homicidios

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WASHINGTON (AP) — La epidemia de cocaína crack que empezó en la década de 1980 desató un incontenible derramamiento de sangre en la capital de Estados Unidos y una tasa de muertes que aumentaba paulatinamente, situación que le granjeó a Washington D.C. apodos incómodos como la “capital de los homicidios”.

Al mismo tiempo, algunas personas temían que el índice de asesinatos pudiera seguir subiendo hasta llegar a alturas más espantosas.

Pero luego de acercarse a casi 500 muertes violentas al año a principios de la década de 1990, la tasa anual ha disminuido gradualmente al punto que la ciudad está ahora cerca de un hito entonces impensable. El número de homicidios en el Distrito de Columbia en 2012 es de 78 y se encamina a terminar con menos de 100 por primera vez desde 1963, muestran los registros policiales.

“Me sorprende quizás a diario cuando recorro la ciudad, o a veces cuando estoy sentada en casa durante la noche, son las 10 de la noche y mi teléfono no ha sonado. O me levanto en la mañana, y me digo ‘caramba, dormí cinco horas”’, puntualizó la jefa de la policía, Cathy Lanier, quien llegó al departamento en medio de los violentos disturbios callejeros en 1991. “Muy a menudo me sorprende lo diferentes que son las cosas ahora”.

La reducción refleja una tendencia a la baja de la delincuencia violenta en todo el país y coincide con la disminución de homicidios en otras grandes ciudades. Aunque los asesinatos aumentaron en Chicago, las autoridades de la ciudad de Nueva York afirman que los homicidios se desplomaron a 515 el año pasado respecto a los 2.262 de 1990. La policía de Houston informó de 198 asesinatos en 2011, muy por debajo de los 457 en 1985, mientras que Los Angeles finalizó el año pasado con menos de 300 luego de reportar 1.092 en 1992.

En todo el país, la delincuencia violenta reportada por la policía al FBI cayó en 3,8% el año pasado respecto a 2010.

Aunque el Distrito de Columbia no está del todo libre de la delincuencia, y los delitos en algunas categorías están incluso aumentando, la reducción de los homicidios resulta especialmente notable en un lugar donde los horrorosos actos de violencia —algunas veces no lejos del Capitolio— encarnaron lo peor del flagelo del crack.

El número de homicidios en la capital con más de 600.000 habitantes promedió casi 457 entre 1989 y 1994, una tasa sorprendentemente alta que atrajo una atención indeseada. “¿Una zona de guerra? No, Washington, D.C.” fue el subtítulo de una información de la revista People en 1992, mientras que The Economist la llamó en 1995 “la capital de la violencia en Estados Unidos”.

Tony Patterson, un veterano detective de la policía, recordó un turno de ocho horas en que cada detective de su grupo llevaba una investigación por homicidio. Los tiroteos desde automóviles que dejaban múltiples víctimas eran algo común, al igual que los testigos que veían algo pero no decían nada.

La detención del entonces alcalde Marrion Barry en 1990 por fumar crack, un derivado de la cocaína, favoreció la percepción de que la ciudad donde se hacían las leyes nacionales era, en sí misma, anárquica.

“Si uno le preguntaba a la gente qué ocurriría primero, si habría un millar de homicidios en el Distrito de Columbia en un año o menos de cien, creo que prácticamente todos habrían dicho que serían 1.000″”, ponderó John Roman, miembro del Urban Institute, con oficinas centrales en Washington.

La situación actual, de acuerdo a los reportes policiales, ha dejado atrás esa tendencia.

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