‘Explotan’ Leones Negros papel de víctimas

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(mediotiempo).- Cuestionado el arbitraje, los Leones Negros apuestan a reclamar todo con la ilusión de cobrar una.

La visita del equipo tapatío a Toluca tuvo el sello de las lamentaciones. Con razón o no, levantaron brazos pidiéndole atención al silbante, señalaron presuntas manos, ironizaron desde el papel de víctimas, pero sólo se llevaron una derrota que los sumió en el fondo porcentual.

Si bien el arbitraje de Fernando Guerrero estuvo limpio de controversias esta tarde, los de la UdeG parecían “curarse” en salud.

Con pocos argumentos futbolísticos y seguramente afectados por la altura, los Leones comenzaron a perder la paciencia al final del primer tiempo cuando ya caían por dos goles.

El capitán Marc Crosas reclamó indignado no haber tocado al rival cuando el árbitro le señaló un juego peligroso. En la defensa, Félix Araujo propinó un leve cabezazo ante las provocaciones de Édgar Benítez, mientras los suplentes como testigos pedían calma desde la zona de calentamiento.

A pesar de que la mesura del entrenador Alfonso Sosa contrastó con la tradicional furia del Director Técnico local, José Cardozo, los tapatíos fueron quienes perdían los estribos.

Así sucedió también cuando desde la banca pedían una mano de Paulo da Silva luego de un cabezazo de Héctor Reynoso en el área local, donde poco más tarde, ya en el segundo tiempo, el silbante le pidió a Andrés Ríos que no dramatizara en un supuesto manotazo sobre el rostro que ni siquiera ameritó falta.

Todo ello sucedió en una fría tarde toluqueña, más aun por la regular entrada de una afición que vio a su plantel reivindicarse con buenos síntomas sobre el futuro.

Uno de ellos fue el regreso de Jerónimo Amione, el “rebelde” separado del plantel tras la derrota contra Pumas el domingo pasado, pero quien fue perdonado a media semana y regresó en el segundo tiempo.

Con sorna tomó el público la decisión de Cardozo, quien escuchó gritos de “¡beso, beso!” desde la grada, mientras le daba las últimas indicaciones al delantero antes de su ingreso, un gesto donde la alegría por la victoria tenía poco que ver con la decepción melenuda.

 

[MEDIOTIEMPO]

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